Concha García sitúa este libro -un largo poema fragmentario- bajo la luz de dos citas: una de Clarice Lispector, brumosa y ensoñada, de la que extrae el título, y otra en la que con palabras de Cioran señala el fragmento como forma de acoger en el poema la complejidad -hasta lo contradictorio- de la experiencia. El libro se coloca, como nos explica Olvido García Valdés en el prólogo, en la tradición de ciertas vanguardias (Apollinaire, Pound, Eliot…) al tiempo que en la de una escritura de mujeres que a lo largo del siglo XX ha ido abriendo nuevos modos de vida y de expresión, y en la que Concha García ocupa ya un destacado lugar, en lo que a España se refiere.