«Estos poemas son auténticos porque en ellos el poeta trata de “responderse a sí mismo”; no cuenta siempre con un “poder absoluto” para definirse, pero hace del poema la expresión de su pelea para tratar de conseguirlo. Esta iniciativa o, por mejor decir, esta voluntad de tomar la iniciativa de su propia vida —que subyace como hilo conductor— es la clave de la autenticidad de esta obra.
»Una obra auténtica, no teatral (en el sentido de “fingida”), pero tampoco oculta. La belleza, la bondad o la hermosura —y sus respectivas sombras de fealdad o mal— no se niegan ni se entierran. Se afirman; con frecuencia, no obstante, de manera inacabada, entrecortadas. En verdad, la tensión no siempre alcanza un desenlace, pero no por ello enmudecen los silencios, sino que estos ven reforzados su valor: son silencios explícitos». José Antonio Ruiz de Casas