En este libro confluyen dos discursos, SILENCIO y RAZÓN DEL TEATRO, que conversan entre sí como meditaciones que han ido naciendo en paralelo a sus trabajos para la escena. Ambos giran en torno a la palabra. Un tema capital en tanto que, para el autor, el lenguaje es «el asunto político más importante». Y el silencio es parte de la lengua: «Nos es necesario, desde luego, para un acto fundamental de humanidad: escuchar las palabras de otros». Desde los griegos, el teatro nos educa en la escucha y en el examen de lo que escuchamos; en lo que las personas hacen con las palabras y en lo que las palabras hacen con las personas. Y si el teatro es el arte del encuentro –y, por tanto, del conflicto–, también es el arte del silencio, sin el que no habría poesía.