En palabras de Ignacio F. Garmendia, «Desde sus primeros poemas, todavía entre tanteos, hay en la obra de Serrallé una unidad de tono –entre conversacional y meditativo, cercano, confidente– y un mundo de referencia que han permanecido no inalterables, pero sí fieles a una misma dicción, clara, limpia, deliberadamente sencilla, y a los temas que caracterizan su poesía».